por Sabrina Telles
Mírame
Yo te doy estas líneas que llegaron
para guardar un momento
que vive ahora
sólo de la necesidad de no querer más
las palabras no dichas.
Quiero los efectos de las palabras
y de los silencios.
Quiero el camino que ellos recorren
cuándo son captados por tus sentidos,
cuando entran en tus ojos, oídos, boca
y bucean por tus órganos,
como van penetrando
cada membrana
que separa uno del otro,
cada músculo,
cada vena.
Y vuelve a la superficie.
(Dime si te causo una revolución...)
Quiero que no se desvanezca
el rojo que nos une.
Quiero detener el sonido de tu voz,
sujetarlo, apretarlo,
quiero que de mí no se vaya,
como si se me olvidase por un instante que no es posible olvidarlo,
como si no me viniera todo el tiempo a la memoria de mi piel.
(Pero no quiero impedir que vibre, todo lo contrario!
Quiero que tu voz ocupe cada espacio,
cada silencio indeseado mio
y del mundo,
que invada las calles del mundo.)
Y, sobre el silencio que entra
por su gana propia,
quiero que se sienta cómodo,
que sea agradablemente tan mío como tuyo,
que sea más grande que nosotras.
Yo te doy mi silencio.
Quiero que nuestros caminos
sean de nuestros pasos,
que nos conduzcamos.
Quiero que lo que sea nuestro
de hecho, por derecho y voluntad,
sea nuestro:
claro y oscuro,
sólido y líquido.